El T-Mobile Arena de Las Vegas, Nevada, resonó con emoción y tintes mexicanos cuando la campeona de peso mosca, la mexicana Alexa Grasso, defendió con éxito su título en un emocionante empate frente a la retadora Valentina Shevchenko. La esperada revancha mantuvo a los aficionados en vilo durante toda la semana, recordando la primera confrontación en la que Grasso se coronó campeona de la UFC con un estrangulamiento.
Valentina Shevchenko, la peleadora kirguisa, buscaba recuperar el cinturón de las 125 libras en la ciudad del pecado. A lo largo de los cinco asaltos de cinco minutos, Shevchenko intentó aferrarse al título a través de llaves y derribos, pero se encontró con una Grasso determinada y poderosa que causó desesperación en su rincón.
A pesar de recibir una dura patada en las costillas y caer al suelo varias veces, Alexa Grasso mostró valentía y resistencia. Sus golpes rectos infligieron daño en el rostro de Shevchenko, quien se encontraba visiblemente lastimada y con riesgo de abandonar la pelea. Sin embargo, Shevchenko se negó a rendirse y continuó luchando hasta el final, en busca de una sumisión que le permitiera recuperar el título.
Con determinación y aguante, Alexa Grasso se libró de todos los intentos de sumisión y mantuvo la distancia sobre el final del combate. La decisión quedó en manos de los jueces, quienes determinaron el resultado en un emocionante empate que mantuvo el título en manos de la campeona mexicana.
Este enfrentamiento épico entre Grasso y Shevchenko seguramente será recordado como uno de los momentos más destacados en la historia de la UFC. Ambas peleadoras demostraron su valía y coraje en el octágono, dejando a los fanáticos ansiosos por lo que depara el futuro en esta división de peso mosca.