El acoso callejero continúa siendo una problemática latente en la ciudad de Durango, afectando principalmente a mujeres que diariamente enfrentan comentarios no deseados, miradas lascivas e incluso persecuciones por parte de desconocidos. Activistas y ciudadanas coinciden: el acoso no es un piropo, es una agresión.
Julieta Hernández Camargo, activista por los derechos de las mujeres, advirtió que es urgente legislar en la materia, pues este tipo de violencia ha sido normalizada bajo la falsa idea de que se trata de una expresión inocente. “El acoso callejero no es un piropo, mal llamado piropo, sino una agresión que genera miedo en las mujeres”, señaló.
La activista subrayó que existen estudios que demuestran que las mujeres sienten temor de ser tocadas, violadas o incluso asesinadas al ser abordadas por desconocidos en la vía pública. “Es ilógico que un extraño opine sobre el cuerpo o la cara de una mujer. Es un desconocido, y eso tiene que dar miedo”, puntualizó.
Además del acoso callejero, Hernández Camargo expuso otra forma de violencia persistente en la entidad: el acecho. Explicó que muchos hombres, al término de una relación, continúan persiguiendo y presionando a sus exparejas, lo que se traduce en una forma grave de intimidación. “El acecho debe ser tipificado como delito. Es increíble lo que muchas mujeres enfrentan y lo difícil que resulta denunciar”, añadió.
La activista recordó que anteriormente existieron iniciativas en el Congreso local para legislar tanto sobre el acoso como sobre el acecho, sin embargo, no se han concretado. Ante ello, hizo un llamado a las autoridades para que prioricen estas reformas en favor de la seguridad y la integridad de las mujeres duranguenses.