Uno de los lugares más entrañables y enigmáticos en la capital de Durango, siendo los murales del Columbario en la Capilla de la Resurrección de la Iglesia de San Agustín, en la zona de El Calvario. Este templo de gran valor arquitectónico que fue fundado en 1631 por el primer obispo, Fray Gonzalo de Hermosillo, contando en su patrimonio con un altar esculpido por el artista Benigno Montoya.
Entre los secretos de la capilla interior donde se sitúa el Columbario, destacan una serie de pinturas contemporáneas inspiradas en pasajes bíblicos que son obra del artista duranguense Ricardo Fernández, exponente singular del arte mexicano de hoy, el cual tardó cuatro meses en realizar cada uno de los motivos bíblicos más recurrentes, como la Oración del Huerto, Abraham, Adán y Eva o la figura emblemática de San Agustín de Hipona.